20 febrero 2010

ALGUNOS MOMENTOS EN EL ENCUENTRO DE NOVIOS

Esta es una experiencia que tuve la oportunidad de dirigir el pasado mes de Julio en Tampíco.
La experiencia llamada "lazos sacerdotales" es una experiencia regalada por el movimiento de encuentro de novios a los padrecitos que participamos en el.
En esta ocación me toco compartir unos breves retazos de lo aprendido en Guate.



Estos videos traen algunos momentos del Encuentro Nacional de NOvios en la ciudad de Monterrey en el que participamos.
Video 1



Video 2




06 febrero 2010

HAITÍ...

HAITI: UNA TRAGEDIA QUE NOS INVITA A HUMANIZARNOS MÁS

El último mes nos hemos vista atiborrados de las imágenes y distintas interpretaciones de lo ocurrido en el país más empobrecido de América Latina: Haití. Catástrofes como la que vivió esta Isla caribeña nos remueve las entrañas y con la ayuda de los medios de comunicación se vuelve muy difícil ser indiferentes.

Como ocurre en los funerales cada uno de los que acompañamos este dolor y visitamos a los dolientes, hacemos comentarios, o pequeños discursos, que intentan desentrañar el sentido profundo de lo acaecido. Algunos apelan a la misteriosa providencia divina que, en su imagen más grotesca, pareciera mandar males de esta magnitud para que los otros hijos que seguimos comiendo y durmiendo “agusto” nos arrepintamos. Otros apelan a males mayores de los que tendríamos que estar llorando en este momento, como dijera, en un triste comentario, una obispo español. Otros apelan más a la praxis, y con razón lo hacen, es decir, que nos dejemos de interpretaciones y nos pongamos manos a la obra para la ayuda humanitaria que necesitan en estos momentos y que necesitarán en los próximos años.

Aunque personalmente estoy de acuerdo en que la mejor ayuda es aportar lo que tengamos y, que sin duda muchos lo han hecho efectivamente, creo, también que es necesario no dejar de reflexionar, por más que nuestros discursos sigan siendo “penultimos”, es decir por más que la realidad siga desvelándose, corrigiéndonos, desmintiéndonos y poniéndonos en nuestro lugar.

1. ¿Dónde estabas Tú, Dios, en el momento del terremoto? El Evangelio nos cuenta que en el momento de la crucifixión de Jesús, el velo del templo se rasgó en dos (Mt 27, 51), una manera bella y dramática para decirnos que Dios ya no estaba en el Templo sino junto a su Hijo colgado en la cruz. Por lo menos los cristianos no deberíamos manejar en ningún momento discursos que coloquen la bondad de Dios en la penumbra. Dios no quiso, ni quiere la muerte de sus hijos, al contrario, ¡la Gloria de Dios es que sus hijos e hijas vivan! Decía San Irineo, obispo cristiano del siglo II. En nuestras interpretaciones teológicas, casi siempre nos movemos en la disyuntiva de que: o Dios no puede, o Dios no quiere evitar los males. Siempre hemos escogido el segundo camino: Dios no quiere por misteriosas razones y nos enfilamos en laberínticas explicaciones sobre todo porque la bondad divina queda ensombrecida. Yo escojo el primer camino: Dios no puede evitar los males que vivimos los hombres y las mujeres, algunos provocados por nuestra imprudente codicia y egoísmo, otros provocados por el reajuste estructural del universo que es constante y repentinamente mortal. Dios no nos evita males, pero se sigue escapando del templo para irse a encontrar con sus hijos crucificados, puestos al margen de la historia. Por los menos los que nos decimos cristianos deberíamos ver en esto una llamada a hacer lo mismo. Si para Dios nos son ajenos los sufrimientos de su pueblo, si sus lamentos han llegado hasta Él. Ese mismo Dios nos dice ¡porque cuando lo hiciste con el más pequeño de mis hermanos conmigo los hiciste! (Mt 25, 31-46)

2. ¡Donde estábamos nosotros antes del terremoto! Una realidad que ha sido expuesta eficazme y sin ningún tipo de escrúpulos es la pobreza cruel de esta país, que paradójicamente, es independiente 16 años antes que la Nueva España, es decir, que su “Bicentenario” fue hace un buen tiempo antes que el nuestro. Haití es el subproducto del capitalismo salvaje. Haití se ha convertido en basurero de la industrialización. Haití es un país sangrado por las potencias económicas vigentes y por dictadores como Duvalier, que por más de 14 años gobernó en calidad de presidente vitalicio. El único presidente emergido del movimiento de los pobres y legítimamente elegido en Haití: Jean-Bertrand Aristide fue misteriosamente exiliado por el gobierno de Estados Unidos y a su regreso en el 2004 fue después derrocado ante el hartazgo de un pueblo que no experimentó ningún cambio. Las políticas y las agendas de los grupos de naciones poderosas no tienen ningún tipo de contemplación. En mi caso, me imagino que así estaría también Cuba si no hubiera generado su revolución en la que hoy por hoy, con todo y las críticas que hoy recibe y aún soportando un bloqueo económico desde el 62 impuesto por el gobierno de EUA, sigue siendo ejemplo de verdadera independencia y de dignidad. No nos engañemos, no caigamos en la trampa de pensar que estos pobres están pobres porque no trabajan o porque son necios. Este no es un pueblo pobre, sino un pueblo Empobrecido, es decir, han visto sangrar su venas, han visto como la Europa Cristiana y la Norteamerica ultracristiana han llegado a ocuparlos y mancillarlos sin ningún cargo de conciencia.

¡Donde estará Haití después del terremoto! Lo más triste que en esta última semana ha acontecido, es el olvido lento e irremediable que los medios de comunicación van produciendo con respecto a esta dramática situación. Ya hemos visto horrores, cuerpos mutilados, manos y pies debajo de un muro, así como victorias, niños salvados por cuerpos de rescate de muchos colores y lenguas. Cada grupo se lleva la foto de recuerdo, su trofeo y su hazaña y poco a poco se retiran todos. Hemos visto conductores y reporteros hablando frente a la cámara en medio de una trifulca de haitianos en busca de comida. Hemos visto el poderío del ejército norteamericano haciendo las veces del Estado derrumbado junto a muchas construcciones hechas de piedra y lodo. Pero eso poco a poco va dejando de generar divisas para los medios. Inundaciones, Series de Base ball, ejecuciones del Narco, reformas políticas van ocupando y preocupando, en tiempo e inversión económica a los encargados de comunicarnos en esta aldea global. En misivas al margen de los medios nos hemos enterado de la situación de coraje que se vive en este pueblo centenariamente diezmado por el hambre. Pero también se nos invita a no olvidarnos de ellos aún cuando no sean el “centro de la noticia”. Uno de los retos mayores es ayudar a salir a este pueblo de su condición infrahumana. Uno de los retos mayores es a modificar este mundo para que cualquier pueblo encuentre las mejores vías para la vida. Un reto para los cristianos es que este pueblo no sienta nunca que Dios les abandonó.

OTRO ARTICULO MÁS

PENSAMIENTOS NOCTURNOS

Son las 2:00 de la mañana y me encuentro en un dormitorio del hospital del IMSS y me digo: ¡que dicha tengo de cuidar a mi hermano que ha tenido un accidente y espera una cirugía! Aquí estoy queriendo ser como el búho que trabaja y vigila mientras otros duermen. Muchas veces he venido a visitar otros enfermos y auxiliarles en su lecho de muerte, a intentar consolar a sus seres queridos. Pero esta noche, no deja de trabajar la memoria del corazón, vienen a mí, las tantas veces que estuvo mi padre en estas camas y ganando una a una la batallas contra la enfermedad, aquí murió, hace diez años, acompañado de mi madre y reconciliándose con un viejo adversario y saludando en su imaginación a sus hijos ausentes.

Está silencio todo y de pronto se oye el quejido adolorido del señor que se encuentra a dos camas de mi hermano. Y recuerdo a mi padre que poco a poco se deterioró y perdió un dedo, luego dos, después una pierna, luego la diálisis, etc. Y me digo: ¡Cuánto dolor habrá en estas paredes! ¡Cuánto amor callado y efectivo guardarán las sillas contiguas a cada cama, de cuantos estuvieron como acompañantes! Yo solo llevo esta noche y la señora de enseguida lleva una semana dormitando en una silla, acogiendo en su corazón cada quejido de su esposo, poniéndose de pie para acomodar su cobija, cuando el grito es más fuerte ¿Qué más podrá hacer?

Me pregunto también ¿Quiénes han estado aquí? ¿Quiénes están aquí? ¿Quiénes reviven y mueren aquí? Sin duda son personas que trabajan en la maquila, en la mina, en el taller, en la casa. Son hombres y mujeres que dieron todo por sus familias, que se vieron deteriorados ya sea por accidentes, por el desgaste físico o por los abusos a los que vio sometido su cuerpo por el estrés, las adicciones o el trabajo excesivo. Muchos dicen: ¡los pobres están así porque no trabajan! Una buena parte de los que llegan a estas salas lo han hecho teniendo que parar sus labores de por sí excesivas y agraciadas (hoy es un privilegio tener un empleo con seguro social) y muchos han llegado aquí porque su cuerpo reventó por la carga de trabajo extenuante y mal pagada. Muchos seguramente han tenido sus dos trabajos o sus horas extras porque, al pensar de algunos, ellos tuvieron la mala idea de tener hijos y sus retoños tuvieron la mala costumbre de comer todos los días.

No es el momento de realizar análisis sobre el régimen de hospitalización, ya lo hicieron Ivan Illich desde la sociología, y Elizabeth Kübler-Ross desde la psiquiatría, y fueron muy críticos, pero palpamos muchas dificultades junto con las bondades que tiene el estar vigilado por personal capacitado. Esta mañana murió el señor que ocupaba la cama seguida a la de mi hermano, murió solo, su familia salió a buscar sangre en el intento de alargar su vida. Los moribundos en el mejor de los casos mueren con la compañía de un familiar, mueren con todos los cuidados posibles menos con calor de hogar. ¡Bueno hay quien está muriendo en su casa y sin calor de hogar también! ¿Pero quien te entiende? me asalta la pregunta.

Yo digo, ¡A todos nos toca nuestra dosis de dolor en la vida!, pero ¿y las sobredosis de dolor? ¿por qué? ¿por qué parece haber un dolor infinito a quienes no nacieron en cunas de oro? ¿Por qué algunos les llueve sobre mojado después de haberles granizado? Esos son los que vienen aquí, a ocupar sus lugares (VIP, porque es un privilegio tener trabajo con seguro, no muy remotamente a punto de perderse) para encontrar alivio ¡por amor de Dios!

¡Ya pronto va a ser navidad! Siempre hay quien pasa esas noches aquí, siempre hay quien muere en esa noche de nacimiento, siempre hay quien vigila y cuida en esa noche de familia y celebración. Incluso la sala de partos se ha iluminado en esa noche de regalos. Y me acaba de caer el veinte, ¡ese niño que esperamos en navidad! ¡ese niño encarnación del Dios-amor! ¡ese niño! ¡si ese niño nace en un hospital del IMSS! El viene y de pronto los testigos callados de su llegada son la viejita con la vejiga caída, es el herrero jodido por sus fierros, es el obrero doblado, es el minero, es el diabético, es la esposa que está perdiendo al amor de su vida.

Las enfermeras pasan de vez en cuando por el pasillo y me miran de reojo, son las tres y media, lejos se oye un grito de dolor profundo de una mujer. De pronto me doy cuenta que pasará lo que hace 2000 años: a nadie se le ocurrirá buscar en la cueva de Belén (IMSS, cueva de pobres culpables de su propia pobreza) al niño que viene a salvarnos, a la criaturita regalo del Dios altísimo. Es justamente a estos que tienen la tentación de perder la esperanza a quienes se les anuncia la alegre llegada de aquel que les comprende y se cobija en su dolor para después resucitarlo.



SOBRE LAS VIAS DE LA VIDA artículos

LA HONESTIDAD INGREDIENTE Y SIGNO DE OTRO MUNDO POSIBLE

Un mundo marcado por la deshonestidad

En lo público, nos llegan noticias de la presencia de corrupción en muchas figuras políticas y en los servidores de la comunidad que han llegado a ser un elemento más o menos aceptado o que no causa la indignación necesaria para la queja y la denuncia. Hemos sido testigos, por los medios de comunicación, de los fraudes millonarios en instituciones bancarias que han traicionado la confianza y han dejado en la ruina a otros tantos. En el caso de la sociedad civil hemos observado la “conversión” de muchos líderes sociales al bando contrario, traicionando así muchos ideales forjados en lo colectivo. En lo empresarial y laboral que en aras de una mayor ganancia y competitividad se viven relaciones injustas y desiguales. Un caso menos criticado ha sido el de los intelectuales que colocando sus plumas al servicio de los poderes colocan con gran impacto sus análisis justificadores, guiando la opinión de muchos bajo un supuesto rigor. De manera sobresaliente el papel de los medios de comunicación que, moviéndose por afanes exclusivamente lucrativos, colocan publicidad grosera, machista, mentirosa y tendenciosa.

En lo privado, aunque no sin dificultad, observamos que la familia puede vivir un estado de cosas similar a lo público, cuando por diversas causas se miente y se enseña a mentir, cuando en las acciones cotidianas lo importante es sacar partido de la situación. Estas frases lo ilustran: -¡Dile que no estoy!; -¡no vayas a decir que tú tuviste la culpa! Y podríamos engrosar más la lista.

En la vida personal cada quien es observador de su falta de congruencia y de transparencia.

La deshonestidad en ocasiones poco felices es justificada por una aparente imposibilidad de conducirse en el mundo de otra manera, ni en lo público ni en lo privado, es signo de una desintegración de un elemento ético instalado en el proyecto humano, personal y social.

La deshonestidad, traducida en corrupción, abuso de confianza, cinismo, lucro indebido y riqueza mal habida, es una muestra de lo más oscuro de nuestra sociedad de consumo e individualista, ya que hoy somos más propensos a asumirla inmoralmente sin importar las consecuencias.

Sin embargo algo se mueve

No obstante, está emergiendo al mismo tiempo, en diversas latitudes, un movimiento que reclama una recuperación de lo ético pero desde una mística distinta, a través de relaciones nuevas de servicio y cooperación, en la vivencia afectiva, efectiva y concreta de los valores. Existen comunidades cristianas rehaciendo sus lazos, rechazando la dominación y el poder absoluto construyendo cercanía, dialogo e igualdad. Con gran eficacia muchos colectivos, movidos por la indignación y el hartazgo, han iniciado procesos concientizadores que exigen transparencia al punto, de culminar sus esfuerzos en leyes y reglamentos que dificultan la corrupción y la ignorancia.

Existen organizaciones que reclaman y proponen otro tipo de educación, para el ámbito privado desde lo femenino y desde la consciencia integral, para forjar una personalidad más sensible y congruente en el actuar.

Desafortunadamente, estos esfuerzos, aunque consumando los deseos más hondos de la humanidad, no han tenido un crecimiento porcentual debido a la difamación y a la parcial comprensión de sus causas. Hoy, ante la falta de verdad en las distintas esferas humanas, cedemos fácilmente por un aparente realismo (-¡eso que proponen no es posible!) nuestro deseo de ver nuestro mundo renovado.

Un valor fundante para otro mundo posible

La honestidad, tiene que ver con la verdad, que asumimos, llamada a transparentarse en las acciones cotidianas. La honestidad no es solo para las “pruebas extremas en la vida”, porque las grandes convicciones se viven en lo ordinario de la vida y es justo ahí, donde se reclama nuestra participación para que la justicia brille y la paz sea posible, es en la vida cotidiana, pública y privada donde se contagian los valores porque, estos (como la honestidad), se viven no solo se conocen por nombre.

Se necesita una mística, que renueve nuestra confianza y nuestro coraje, porque la honestidad se concreta en el respeto de lo ajeno, en la congruencia activa entre el pensar, el decir y el actuar, en la sinceridad a toda prueba, la mayor de la veces, no produce dinero, no nos eleva a escalafones más altos y nos expone a ser considerados tontos y miedosos. Los testimonios de honestidad que observamos son claros, generalmente son personas austeras, de una sola pieza, seguras de sí mismas, responsables de la palabra dada, autocríticas, generadoras de confianza, comprometidas.

El mundo está necesitando una confianza mayor que aunque nos haga sentir que saltamos a lo desconocido. Es así que, la honestidad, es una opción que se asume con todas sus consecuencias que, paradójicamente, nos crean inseguridad y desconcierto, debido a que al final lo único que puede defendernos es nuestra palabra.

Hoy, debido a la falta de confianza en la honestidad y a las consabidas experiencias de ello, estamos llenos de papeles que firmar, llenos de garantías que reclamar, de promesas de pagos notariadas, de demandas que procesar. Así pues, a manera de conclusión proponemos un ejercicio bastante concreto: comenzar a hacer tratos basados en la confianza hacia el otro y hacia mí mismo, asumiendo las posibles contrariedades del caso. No lo dudemos, quizás nos estemos negando muchas buenas sorpresas. Saludos y gracias por leerme.



LA MUERTE: ESE CAMINO DESCONOCIDO

La muerte siempre desconcierta. ¿pero por qué? La muerte en primer lugar se presenta como ruptura, como cancelación de todo proyecto en la vida. La muerte provoca vértigo, nos anuncia un camino desconocido, porque en realidad del otro lado nadie sabe a ciencia cierta que hay. La muerte nos convoca para despedirnos, para consolarnos, para agradecer, para encomendar, para encontrar respuestas. La muerte no pide permiso, pero si permite la despedida; ella nos llega temprano o tarde pero llega. La muerte provoca dolor para quien la contempla y alivio para quien la vive. La muerte personal nos da miedo, la muerte del cercano nos produce sufrimiento. La muerte nos colma de dudas; nos trae recuerdos buenos y malos. La muerte nos provoca coraje, tristeza y miedo, una a una y la revoltura de todo eso. La muerte es ausencia y presencia de otro modo. La muerte es imponente e impositiva. La muerte nos define como seres mortales, la muerte hace definitivas nuestras decisiones globales de la vida. La muerte se enfrenta o se acoge. La muerte revela el barro del que estamos hechos. La muerte parece lanzarnos al absurdo y a la nada. La muerte se siente como el descanso definitivo, la serenidad y la paz buscados y deseados incansablemente. La muerte es un acontecimiento que ocurrirá y que está ocurriendo aquí y ahora; un momento de la vida que, sin embargo, es proceso en el lento pasar de las horas.

Pero y… ¿qué es la muerte? La muerte es un acontecimiento, de ninguna manera un-alguien que nos visita. Este acontecimiento ocurre a todo ser vivo, sin embargo para el ser humano es al mismo tiempo algo tan “natural” como “anti-natural”. Siendo parte de la vida es extraña a ella porque, según Aristóteles, tenemos un deseo de seguir en la vida, de permanecer en la existencia. Cada religión y cultura tiene interpretaciones en el intento de “domesticar” este transe angustioso y esperado que es la muerte. Así pues la muerte no solo es un problema, ella es un misterio, es decir, una realidad que se va revelando no solo en el uso de nuestra inteligencia sino también en el compromiso de nuestra libertad. Un misterio, tiene una exigencia más radical y más comprometedora, la respuesta o solución que se ofrezca, es al mismo tiempo una respuesta y una solución al misterio de mi propia existencia, lo que se pone en juego realmente es la posición de toda mi persona, de todo mi andar, incluso de todo mi futuro. Otra nota no menos importante del misterio es que todas las conclusiones siempre quedarán chicas, incompletas, insatisfactorias, siempre habrá lugar a mayor profundización, a nuevos caminos.

La muerte como misterio no queda en la oscuridad, sino que, al contrario, nos incita a quitar la bruma que parece arroparla. El camino de la fe nos ayuda a complementar nuestras búsquedas humanas. Solamente puede ser Dios quien nos ayude a comprender este acontecimiento inevitable. El ateísmo se encuentra incapacitado de raíz para ofrecer un palabra reveladora; sin-Dios la vida termina describiéndose como pasión inútil y la muerte como un acto brutal. Desde la fe cristiana encontramos uno de los intentos más completos y hondos de acogida a todas las realidad de nuestra existencia.

Es el creyente quien, sin renunciar a las exigencias de una respuesta razonable, posee además los lentes de la fe, que ofrecen luz y caminos nuevos, porque es el Amor, quien en definitiva sostiene cualquier afirmación de fe. Dios es amor y por amor creó el mundo (Gn 1-2), por amor entabló relación con los hombre, por tanto amor entregó a su Hijo unigénito (Jn 2), tanto fue su amor que lo resucitó confirmando su vida y ofreciendo el mismo destino, ese destino-patria que se nos ha dado desde el principio a todos los hombres. Desde la fe, la vida humana adquiere una dimensión más global, el proyecto humano no termina con la muerte, sino que es la posibilidad que se da la misma vida para seguir viviendo, la muerte pertenece a la misma vida. La fe cristiana teniendo una irrenunciable esperanza y optimismo nos hace mirar la muerte como el verdadero nacimiento del hombre, es el momento culmen de toda una vida que está continuamente en parición,



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ALGUNAS FRASES QUE HAN VIBRADO EN MI CORAZÓN
De autores que han dejado mucho en mi proceso