04 febrero 2013

Sobre las vías de la vida: LA FE DEL CARBONERO, MI OPINIÓN

                                                                                                    SOBRE LAS VIAS DE LA VIDA
                                                                                                     P. Miguel Angel Serrano Gerardo 

                                     LA FE DEL CARBONERO, MI OPINIÓN

      En algunos ambientes no dados a la fe ilustrada sino sobre todo a la piedad de tipo fideísta existe una actitud reacia a cualquier invitación que implique el estudio serio, formal, profundo, intensivo y extensivo, integral y sistemático de la fe. Mucho apelan a la fe del carbonero, se sienten como aquel buen hombre que sin tener todos los fundamentos teóricos de la fe en su vida ocurrían manifestaciones propias de un hombre santo. Muchos evocan la sola presencia de buenas intenciones para sentirse justificados a no profundizar en su fe y mucho menos realizar un acercamiento crítico que les haga más lucidos en los contenidos de la tradición religiosa en la que están inmersos. Muchos apelan a la peor tontería que he escuchado desde que era pequeño: -¡Es que las verdades de fe vale más creerlas y no tratar de entenderlas! 

        Por supuesto que, al final, la razón última de todo es que nos convirtamos en hombres y mujeres libres para ser dadores de vida a ejemplo de Jesús (Jn. 10,10) pero muchos pretenden haber llegado a esa última estación solo por tener buenas intenciones. Con frecuencia recuerdo al gran padre Pedro Moreno maestro de vida y Sagradas Escrituras en el seminario, que nos decía: -¡Ignorancia mas sentimentalismo es igual a HEREJIA! 
         El carbonero que vive santidad y bondad intensas sin poseer una solida formación de tipo teórica es en realidad un caso poco común. Y aunque muchos quisiéramos estar inscritos en esa lista lo cierto es que para captar la esencia y la consecuencia del misterio de Cristo en nuestras vidas es necesaria la profundización, el análisis, la crítica, la memorización, la argumentación de las verdades que la Iglesia mantiene como depósito de la Fe. 
         Así como el excesivo racionalismo tiene como vicio el someter todo a la lógica implacable y no dejar nada a las “razones del corazón”, el fideísmo también es un mal por carecer de un mínimo de sustento teórico que abra a la reflexión y sea vehículo para ser compartido claramente a los demás. El fideísmo puede ser positivamente una actitud de confianza sí, pero una confianza que raya en la ingenuidad, sostenida en la pura emotividad y expresada puramente en lo devocional.

              Jesús reconoció y agradeció la fe de los sencillos (Lc 10) pero de igual modo también gastó tiempo y energía en formarles llevándoles a superar las ideas falsas de Dios y de la Ley. Por lo demás Jesús reconoce como la mujer pagana, como la viuda de la ofrenda, como la mujer del perfume, como la mujer de Magdála en su sencillez y en su “ignorancia” son personas que viven una fe y una entrega mayor pero en comparación con los fariseos que en la sabiduría que presumían no lograban evidencia la misericordia divina ni la compasión humana. 
                                   Existen hoy por hoy, el fideísmo en cualquier religión es el mejor terreno para la manipulación no solo en el terreno de lo religioso, sino en cualquiera incluido el político y el económico. Las versiones fundamentalistas de cualquier religión son conformadas por fanáticos ignorantes que confían en sus dirigentes sin distinguir la falsedad o la debilidad de sus argumentaciones o conclusiones. 

          Con gran tristeza debemos reconocer que nuestra Iglesia católica no está exenta de sufrir la presencia de fanatismos integristas que llegan al terrible pecado de recomendar incluso la fuerza de las armas para combatir a los “enemigos de la fe”. Eso no es ni evangélico ni humano. 

               Una situación bastante frecuente entre los fieles poco formados, consiste en la confianza en su sentido común que, dicho sea de paso, no es el más común de los sentidos porque hasta este elemento humano necesita ser informado en una amplitud de saberes para ser más acertado. Pongo el caso de alguien que, con bastante ignorancia equiparable a una enorme buena intensión, juzgan a un suicida y se lamenta de haberse ganado el infierno sin lugar a dudas y lo peor de todo, verter sus opiniones delante de los familiares dolientes, esto es, además de una vaciedad de contenidos básicos del evangelio de Jesús, una falta de humanidad solo explicable por la ausencia de criterios de discernimiento. Todos debemos, hasta los más sencillos y los más santos entre los cuales no me encuentro yo, formar e informar nuestra conciencia lo más intensa y extensa posible.

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