06 febrero 2010

20 de noviembre de 2009

LA JUVENTUD CRÍTICA Y REVOLUCIONARIA: UTOPÍA URGENTE

En esta hora histórica, una gran parte de la humanidad camina con prisa en el afán de consumir experiencias de las más variadas, camina con un talante poco crítico, con la tentación de tomar atajos hacia una felicidad anhelada, caminos cortos, que cortos se quedan, porque no dejan más que una pobre enseñanza y triste e irremediablemente dejan truncos finalidades y sueños. En esta hora, el mundo se debate en muchas alternativas que prometen vida perdurable y plena, aunque muchos de ellos no son sino la vieja práctica de aturdir, enardecer, exaltar y enfermar de adicción.

En esta caminata histórica actual, los jóvenes son los principales destinatarios de las propuestas de plenitud que bullen y pululan por doquier, son los primeros en ser manipulados, porque los sistemas (familiar, estatal, religioso, social) encargados de madurarlos, han cedido muchos espacios a los medios encargados de entretener.

Mucho se habla hoy de la era “del pensamiento débil”, es decir, de generaciones con una incapacidad de analizar, de concluir y deducir causas profundas de los problemas actuales, proponer soluciones viables, participar y militar comprometidamente en movimientos que sueñen “otro mundo posible”. Los estímulos audiovisuales son casi obligatorios y cualquier intento de abrir un dialogo y un discurso medianamente profundo es difícil y altamente limitado. Aunque han sido generaciones que han lidiado con la crisis, paradójicamente han abrazado un estilo tremendamente consumista, sujeto a las novedades de la moda, de las temporadas, de las innovaciones.

Una buena parte del aire del planeta lo respiran los pulmones más jóvenes, es decir, las generaciones jóvenes son mayoría y sin embargo recibirán dentro de poco, una piltrafa de planeta debido a las devastaciones y anulaciones de la vida natural en pro de un desarrollo, confort y estatus, que se ha metido en la medula de sus aspiraciones.

Estamos viendo a una juventud domesticada, una cultura juvenil convertida en simulacro, a un monstruo, no solo dormido sino, verdaderamente sedado para que no despierte o para que cuando lo haga su lenta reacción no provoque ningún tipo de aspavientos.

En estos días en que evocamos la REVOLUCIÓN, no podemos menos que decir, que ella solo puede ser convocada por los inconformes e históricamente han sido los jóvenes. Los jóvenes son, y han sido, los principales objetores de las construcciones sociales y culturales que sueñan con volverse eternas por los interese de unos cuantos que terminan alimentando, sin embargo dicha inconformidad está apareciendo esto cada vez más lejana, puesto que el circo está bien armado para que todo se reduzca a buscar los “nice”, lo “cool”. Para que los que pronuncien una palabra discordante aparezcan como “locos”, “brutos” y “violentos”.

Es necesario impulsar el deseo de cambio, de inconformidad y de compromiso en los jóvenes. Es necesario que ellos como generación vuelvan a sentir la misma indignación por el estado de cosas que vivimos para que su respuesta se vuelva inmediata y contundente.

Es urgente y necesario, reactivar la conciencia crítica de los jóvenes que se haya en una especie de impasse que no les permite vislumbrar nuevos horizontes de vida y de dignidad.



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