24 marzo 2006
LOS PILARES DE AQUELLA HERMOSA IGLESIA
DEDICADO A TODAS LAS HERMANAS QUE PELEAN POR EL PODER DE GOBERNAR DENTRO DE LA COMUNIDAD OLVIDANDOSE QUE ESTO ES SERVICIO Y FRATERNIDAD ANTES QUE NADA.
LOS PILARES DE AQUELLA HERMOSA IGLESIA
Parábola de una misión
En un pueblito muy pintoresco, lejano del bullicio citadino, pero muy cerca de sus errores, con gentes en general de buen corazón pero entretejido de pasiones y pesares, una isla de milpas y casas unificado por sus pequeños grandes conflictos y divisiones, se hallaba en su centro una hermosa iglesia que se había construido tiempos antes. Los habitantes se habían acostumbrado a tenerla, observarla, presumirla. Algunos tenían ciertas nociones de su origen, de quien había participado en su construcción y modelación. Lo cierto es que antes de ella estuvo mucho tiempo una pequeña ramada que igualmente había sido el orgullo de sus constructores y de quienes iban a buscar, en aquel espacio lleno de silencio, tranquilidad y fe.
Después de aquella vieja ramada vino esta hermosa iglesia que sostuvo a sus asiduos y ocasionales moradores en la paz, solidaridad y compañía. Lo característico de aquella iglesia era sus pilares que habían sostenido por muchos años el peso de aquel edificio. Esos pilares soportaron fríos, calores, lluvias y la costumbre. Pero también había pequeños sostenes que en tiempo tranquilo eran meramente de adorno, pero cuando venían tiempos fuertes eran de gran ayuda para aquellos cuantos pilares. Por muchos días, meses y años estos pilares estuvieron allí y muchos parroquianos pensaban que eran lo mejor que tenía aquella iglesia pueblerina, muchos otros nunca imaginaron realizar algún cambio por que no habían visto otra cosa, otros por que implicaba un gasto que podían realizar en otras cosas y otros más no les importaba, solo sabían que dichos pilares habían sido puestos para realizar esta función y no se necesitaba más.
Había unos cuantos que habían tenido la oportunidad de observar otras iglesias y se habían maravillado de ver las grandes cosas que se podían hacer si se realizaban algunos cambios en la estructura de algunas hermosas y antiguas iglesias, quizá se podía hacer un segundo piso para construir otros espacios de servicio y convivencia. Estos eran en realidad muy pocos en numero pero grandes en sueños y anhelos. Solo que había un gran inconveniente: era necesario realizar algunos cambios en aquellos pilares que caracterizaban la iglesia del pueblo. Cuando se comentaba algo acerca de esto era motivo de escandalo ¡¿cómo vamos a cambiar aquellos pilares?! ¡¿eso es una estupidez?! Con solo mencionar algún cambio la conversación se tornaba en una serie de lamentos por aquellas ideas nuevas o de temor por que esas ideas parecían una falta de respeto a los pilares y hasta al mismo Dios. Había algunos que habían hecho una leyenda y apelaban a ella para defender la permanencia de aquellos pilares: ¡Dicen que el mismo Dios o algún ángel de Él fue el que colocó esos pilares y por eso no debemos cambiar nada, más bien debemos venerarlos por su fortaleza y su presencia!. Unos cuantos pensaban que si no hacían una reverencia al pasar frente a ellos, estos podían desmoronarse y dejar de sostener aquella hermosa iglesia. Hasta hubo en algún tiempo quienes colocaban sus monedas a sus pies como muestra de su agradecimiento. Y seguían estos pilares como siempre con ayuda de los demás sostenes. Alguien, en su afán de hacerle entender a todos que sus comentarios revolucionarios tenían algo de cierto, fue un día midió aquellos pilares e hizo cálculos para realizar los dichosos cambios, pero con solo saber la gente de aquella acción muchos se le fueron encima por su osadía.
El encargado de aquella iglesia había mandado algunos constructores para que pudieran tomar cuenta de aquella situación; pero en realidad al saber de la resistencia general de la ciudadanía a profanar aquella iglesia habían desistido de todo intento de transformar y mejorar aquel santo inmueble. Más bien se dedicaron a observarlo y a descubrir donde estaba la fortaleza de aquellos pilares, que técnicas se habían usado para construirlos y en secreto escarbaron un poco para saber cuál era su material. Sus conclusiones se quedaron en sus apuntes y en sus mentes. No querían opinar nada en contra o a favor de aquello. Su mirada fue imparcial o quizá mediocre. Reconocían la importancia de aquellos pilares por su antigüedad, pero igualmente reconocían que era posible realizar algo para ayudarlos un poco para seguir haciendo de aquella hermosa iglesia una construcción todavía más bella y dejar que otros con nuevas ideas y técnicas pensaran que se podía hacer con aquella nueva fortaleza. Pero todo quedó allí en secretos, apuntes y pensamientos. Era mejor dejar así las cosas pues el pueblo no estaba preparado para lo nuevo.
Un día el encargado de aquella iglesia envió a un constructor jóven formado en las nuevas técnicas pero con una experiencia pobre en remodelaciones. Sin embargo quiso mandarlo para que su primera experiencia lo fortaleciera y sus ideas pudieran perfeccionarse. Era necesario hacer el trabajo duro para aprender más. Entre sus compañeros hubo muchos tenían la mentalidad vieja de que era más fácil construir que reconstruir y muchos derribaron iglesias enteras con todo y sus pilares tratando de hacer iglesias más bellas que las anteriores que en realidad no cuajaron por que sus técnicas estaban fundadas en materiales que no existían en aquellos lugares y se tenían que trasladar muchos materiales raros. Esos intentos nunca fueron bien vistos por las gentes de aquellos pueblos que no conocían esos materiales y las formas que tenían las nuevas iglesias construidas eran demasiado estrafalarias y esto debido a que sus iglesias derribadas tenían barro de aquellos campos y la madera de sus bosques y por eso las viejas iglesias eran amadas.
Este joven constructor fue a aquel pueblito y se maravilló de aquella hermosa iglesia y por comentarios de las gentes puso atención en aquellos pilares. Era como una obligación hacerlo si quería realizar algún cambió. Algunos le señalaron los cambios que tenía que hacer y que en realidad no tocaban a ninguno de los pilares, quizá podía hacer alguna barda alrededor de la iglesia o sembrar algunos arbolitos, pero nunca, nunca de los nuncas, jamas de los jamaces podía atentar contra la acostumbrada presencia de aquellos pilares. Otros le sugirieron la idea de sus compañeros ¡tira todo y vuelve esto más hermoso!
Este joven constructor, había observado aquellos pilares y al principio se sintió emocionado por que conocía las técnicas con que los habían construido y su sorpresa era que a pesar de tener una técnica muy sencilla y rudimentaria habían soportado tanto; reconoció la importancia de los sostenes que acompañaban a aquellos pilares, pero también se dio cuenta de que si se pensaba hacer algo más pesado posteriormente estos sostenes serían insuficientes.
Fue cuajando la idea en el joven constructor de que era necesario convertir aquellos sostenes en nuevos pilares al lado de los viejos. Había reconocido la importancia de los viejos pilares por su antigüedad de aquellos pilares y el aprecio de la gente les tenía y había analizado la posibilidad de fortalecerlos y darles una compañía que en ninguna manera los afearía, sino les daría mas fuerza y belleza. Solo había un inconveniente: los viejos pilares seguirían estando pero serían iguales a los otros nuevos. Muchos pensaron que podía ser posible hacer unos nuevos pero que a los antiguos se les colocara una insignia que recordara que aquellos habían sido unos héroes en el tiempo. Esta idea no fue compartida por el joven constructor, pues él veía que era la iglesia toda entera lo que importaba y que la compañía de viejos y nuevos pilares estaba destinada a la belleza de todo el edificio y de sus futuras adecuaciones.
Hubo algunos intentos de contrariar las ideas nuevas apelando a las anteriores teorías, pero poco a poco, una a una fueron cayendo, pues el joven constructor fue tratando de explicar y además soportó muchas faltas de respeto a sus conocimientos y la gente fue pensando de manera diferente, aunque cabe decir que no toda. Muchos pensaron observar lo que hacía el joven constructor para que la experiencia contradijera sus terribles ideas.
El joven constructor pensó un día romper con sus ideas y derribar todo; que más daría si sus compañeros lo habían hecho en otras partes ¿por qué el no podía hacerlo?, sin embargo gano más su sensibilidad por el aprecio desmedido de la gente por los pilares y por sus razones.
Otro día pensó en abrir los pilares por el centro y explicarle a los pobladores del lugar, que algunos de sus antiguos pilares estaban corroídos por dentro y que eso a la larga traería trágicas consecuencias puesto que al derribarse, aquellos, perderían no solo sus hermosos pilares sino toda la iglesia. Se dio cuenta que no todos los pilares estaban huecos sino que algunos habían conservado lo mas fino de la técnica antigua y que eso había propiciado la fortaleza de todos.
Y pues, a pesar de los pesares, puso manos a la obra y sin derribar ninguno de los antiguos pilares se determinó construir los nuevos, los antiguos serían fortalecidos y acompañados y los nuevos traerían solides a la hermosa iglesia para que otros constructores pudieran intentar nuevas construcciones encima de ella, quizá un nuevo techo mas pesado quizá algunos salones, quizá un nuevo campanario, en fin, todo estaba previsto para esto.
Pero cual sería la sorpresa de aquel joven constructor que al convertir los sostenes en nuevos pilares muchos de estos se resistieron a adherir fuertemente los materiales que los convertirían en nuevos pilares. Alguien dijo: ¡Estos sostenes no quieren ser pilares! Y la sorpresa mayor del joven constructor es que al acompañar a los viejos pilares por unos nuevos y al hacer más fuerte la construcción los viejos pilares ya no tuvieron que soportar todo el peso que por muchos años habían sostenido y entonces algunos de ellos comenzaron a desgranarse, a desmoronarse, su solidez aparente comenzó a ser de polvo. El joven constructor quiso resanarlos por fuera y algunos pudieron seguir sosteniendo a aquella hermosa iglesia pero de manera compartida con los nuevos pilares. Algunos viejos pilares, igual que algunos sostenes, no soportaron los materiales exteriores y entonces se pensó en colocarles un refuerzo en su centro, en su corazón y así se mantuvieron algunos y se logró parar su desaparición. Otros sencillamente no soportaron ni el refuerzo exterior ni el interior, y comenzaron a desaparecer ante la congoja de muchos de sus defensores, la comprensión de otros observadores y el enojo de muchos otros.
El joven constructor penso que quizá había sido un error lo que había hecho, sin querer había dañado algo preciado para el pueblo y ahora éste le pedía explicaciones o lo acusaban de causarle una perdida irreparable al pueblo. Pero recordó este, que el inicio de este proyecto había sido fundado pensando que lo más importante era la iglesia toda entera y sus posibles adecuaciones y eso le dio la seguridad para seguir con su empresa. Después de todo el mencionado daño que se hacía a los viejos pilares no había sido intencionado y además daba la razón a la idea de que en un futuro estos no podrían sostener mas la hermosa iglesia del pueblo y ocurriría lo que nadie había pensado nunca no solo perder los pilares sino perder toda la iglesia.
Cuando hubo terminado el proyecto la iglesia se miraba rara para muchos pero al fin se dieron cuenta de lo necesario que eran los nuevos pilares y el fortalecimiento de los viejos. Algunos pilares quedaron convertidos en polvo sin que la mano ni el pensamiento del joven constructor hubiera podido tocarlos, su aparente fortaleza se había desvanecido por que en realidad no la habían tenido nunca, era el peso de toda la iglesia lo que los había obligado a hacerse fuertes pero al ser reforzada aquella, su fuerza se desvaneció.
Muchas gentes del pueblo fueron a recoger algunos pedazos de lo que había quedado de los viejos pilares como signo de veneración por la gran tarea que habían realizado por mucho tiempo. El mismo joven constructor recogió muchos fragmentos sobre todos los más fuertes como signo de la gran admiración que él les tenía a pesar de todo y para estudiarlos con el fin de descubrir que había hecho fuertes a aquellos y combinar esta técnica antigua y efectiva con otras nuevas para realizar nuevos pilares con mayor solidez.
El pueblo tuvo ahora una iglesia mas fuerte y al mismo tiempo más hermosa y ocurrió algo que ni al mismo joven constructor se imaginó. Aquellos históricos y heroicos pilares al ser acompañados de otros con la misma fuerza y categoría, se convirtieron en pilares de la iglesia sin más junto con los demás. Ahora todos los pilares eran los pilares. Y fue cuando entonces la gente pudo voltear la vista hacia cosas que jamás les habían tomado respeto. Quitaron su excesiva mirada en los pilares y pudieron observar las puertas, las ventanas los adornos, las bancas, el viejo campanario, las vigas y pudieron observar que también estas cosas participaron de la hermosura y grandeza de la iglesia del pueblo. Se dieron cuenta de que había cosas que jamás habían mirado. Alguno le dio curiosidad de investigar sobre el cimiento y se dio cuenta de lo bien hecho que estaba. Y entonces pudieron maravillarse no solo de sus pilares sino de toda la iglesia completa, desde la piedra de los adobes, hasta el vidrio de las ventanas viejas.
Pero ¿cuál fue la enseñanza para el joven constructor? ¿qué depararía el futuro para él? El joven constructor tuvo que aceptar que cada trabajo que el realizara sería diferente y enriquecedor. Tal vez llegaría a un pueblo con ramada en lugar de iglesia, quizá le tocaría construir la primera iglesia y entonces penso algunas veces que lo mejor era no construir pilares que desviaran la mirada de la hermosura de toda la iglesia. Tendría que colocar su atención en detallar la hermosura en todas sus partes y facciones y comenzar a educar la visión de los pobladores en la hermosura e importancia de todos y cada uno de los elementos que conformarían aquellas nuevas construcciones.
Miguel Angel Serrano Gerardo
30 de Agosto de 2004
Fiesta de Santa Rosa de Lima
Fronteras, Son.
Terminado a las 4: 40 a.m.
fraternalmente BENEDICTO XVI
Cuidate y sigue los pasos de Jesús Pastor Tierno.
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