17 abril 2006

EL EVANGELIO DE JESUS DE NAZARET

Este es un trabajo que hice para exponerlo en la academia de maestros de la Universidad Kino por allá en el 2002. Se nos había pedido una ponencia sobre la doctrina social de la Iglesia y lo que presenté fue esto, claro que había otro expositor que siguió después de mi. Había pensado no colocarlo por aquello que está un poquito largo, pero pues, igual, al que le dé flojerita leerlo pues se puede pasar de largo.

EL EVANGELIO DE JESUS DE NAZARET

INTRODUCCIÓN

Es necesario hacer una aclaración de los términos y una profundización de la experiencia cristiana. Para esto es importante aclarar la naturaleza de dicha experiencia, cual fue su inicio y como creció en la historia y cual es la comprensión actual.

¿Es acaso el cristianismo fundamental una religión a la manera a como entendemos el fenómeno de las religiones? ¿Acaso cristianismo de identifica únicamente con la Iglesia? ¿Es la Iglesia ultimadamente lo que Jesús de Nazaret quiso y por lo que dio su vida? ¿Jesús y la Iglesia tienen doctrinas? ¿El cristianismo convertido en iglesia es una realidad para vivirse en privado, a nivel de conciencia? Estas preguntas son necesarias para una sana comprensión de eso que llamamos “fe o experiencia cristianas” y que deben estar muy unidos a Jesús de Nazaret, a su experiencia de Dios, sus opciones y a las causas que lo llevaron a la muerte.

II. NATURALEZA DEL MENSAJE Y LA EXPERIENCIA CRISTIANA

Entre los cristianos, para hablar de la naturaleza de su experiencia de fe y de las repercusiones que esta tiene en el mundo donde se mueven, es necesario desplazarse al origen y a la verdadera profundidad y densidad de dicha experiencia.

Si bien nosotros hemos sido educados en la Iglesia Católica y sabemos de nuestra fe lo que ella nos ha enseñado e inculcado. Hemos aprendido doctrinas (entiéndase formulaciones o verdades de fe sintetizadas y redactadas) dogmáticas, hemos realizado a lo largo de nuestra vida muchas practicas religiosas y sabemos de Dios por medio de la predicación de los ministros la guían. Sin embargo la mayor de las veces, en muchos, se ha perdido el sentido de nuestra fe porque carece de su verdadero fundamento y sostén. Este sostén de ninguna manera se caracteriza por el “cumplimiento” de normas y ritos solamente, por la repetición mecánica e inconsciente de formulas u oraciones pero al pie de la letra. Existe un gran abismo entre una fe fundamentada en la gracia de Dios y una vivencia religiosa formalista (exterior), privada, fanática, neurótica y mágica.

La experiencia cristiana es experiencia de un Dios que se ha encarnado y que a través de palabras humanas y amor humano nos ha revelado lo que somos en nuestra más honda profundidad y en nuestro destino. Es experiencia de la cercanía salvadora de Dios, que humaniza y hace trascender, que nos llama a un destino último mas allá de las coordenadas de la historia pero que sin embargo se vivencía, se goza y se construye en esta.

A la base y en el principio de esta experiencia se encuentra una persona en la cual Dios habló, Jesús de Nazaret. Nuestra más cierta vivencia de Dios se encuentra mediada por Él. El es la Palabra que revela a Dios y descubre para nosotros nuevas posibilidades de vida más plena.

· En el principio esta Jesús de Nazaret

  1. ¿Quién fue y quien fue Jesús? ¿Qué pretendió en su vida? ¿Cuál fue su novedad respecto al contexto de su tiempo? ¿Cuál es la novedad absoluta que sedujo, transformó y lleno de esperanza y de vida a los hombres de su tiempo y a los de todo tiempo? Son preguntas que se tienen que responder para entender y entrar en lo más radical de la experiencia totalizante del hombre Jesús. Si bien es cierto, estos datos son fundamentales para la comprensión original del movimiento originado al interior del judaísmo palestinense del siglo I y que ha trascendido a lo largo de los siglos de nuestra era, pero por razón del tiempo y del carácter de este compartir no es posible extendernos demasiado
  2. Ante todo tendremos que recalcar que este hombre: Jesús, es una persona que no sin dificultades se le puede fechar históricamente en la primera mitad del siglo I en una colonia romana llamada Palestina, en la cual bullían las divisiones, las rebeliones y los grupos mesiánicos que pugnaban por el poder desde muy distintas trincheras. Este pueblo colonizado poseía una rica tradición religiosa y teocrática, proveniente de 15 siglos atrás, que lo hacía sentirse elegido por Dios para una plan extraordinario en su favor y de todos los demás pueblos. Sin embargo la malversación de dicha tradición en un formalismo religioso excluyente, cruel e hipócrita, la opresión de naciones extranjeras poderosas desde hacía seis siglos atrás y la multiplicación de mensajes y doctrinas de salvación hacía de la vida de las mayorías (lo que hoy llamaríamos grupos vulnerables, allí lo eran pero en grado superlativo) del pueblo una vida insoportable, carente de sentido y de esperanza.
  3. Jesús, pues, vivió en una época en la que parecía que el mundo estaba a punto de llegar a su fin. A pesar de las diferencias de opinión acerca del cómo, el porqué y el cuándo, eran muchísimos los judíos de aquella época que estaban convencidos de que el mundo estaba al borde de una catástrofe apocalíptica. Y… fue en vistas de esta catástrofe y en función de la forma en como él tenía de entenderla, como manifestó en su misión. Este hombre, con un salto sin igual de imaginación creadora, vio una salida, o mejor aún, vio la salida hacia la liberación y la realización total de la humanidad.
  4. Jesús de Nazaret, descubre y experimenta una vida nueva en la verdadera imagen de Dios, contraria por su puesto a la de la religión oficial (o sea de los grupos influyentes); y a partir de esta imagen reveladora una nueva manera de vivir. Este hombre se propuso explicar a los de su tiempo que significaba que Dios reinara entre ellos, cuales eran las consecuencias y los compromisos éticos que ello comportaba. El reinado de Dios (el verdadero reinado ..) convertía a los hombres en “hombres nuevos”, “hombres con dignidad”, “hombres agraciados”, con una alegría y felicidad increíble nacidas de la revelación de Dios como Padre amoroso, apasionado por el bien de sus hijos y la revelación del hombre como “ser-para-el-amor”.
  5. “Reino de Dios” es el nombre del proyecto de Jesús y por el cual “evangeliza” (convierte en buena nueva) a Dios a los suyos. Los principales destinatarios son los “mas-menos” o los “extremadamente menores” de su pueblo, es decir los que ancestralmente vivían fuera de todo favor religioso y por tanto social (excluidos de la ciudad o de la sinagoga) económico (pedían limosnas) y cultural (no sabían leer, no sabían nada de la ley). La predicación de Jesús y la presentación de signos del Reino, provocaba en sus oyentes una felicidad contagiosa y misionera: Dios los había visitado, Dios los había perdonado y Dios los había curado. La fe nueva que provocaba la presencia del Reino en la persona de Jesús y en su predicación producía liberación de las conciencias, de las culpabilidades psicológicas metidas al fondo de muchas enfermedades (soriasis = posiblemente la lepra), y sobre todo una visión nueva de la vida y de la religión. El reino de Dios es una comunidad de hombres nuevos en torno a Jesús, es una sociedad de amor, de paz y de Justicia.
  6. Las notas del reino predicado y actuado por Jesús, fundamentalmente dos:

- Dios es Padre, que quiere, perdona y espera sin condiciones, por que ha creado por amor gratuito y por que su proyecto es amor.

- La verdadera naturaleza del hombre, su verdadera vocación, es la de ser hijo y ser hermano. Ser hijo agradecido que sintiéndose amado ama, perdonado perdona, lleno de vida procura dar vida. Ser hermano servidor y dador de lo mejor que tiene en el corazón: amor.

- Por tanto la única ley (y esta es el resumen de toda ley anterior) es el amor. El servicio y la entrega por el reino son consecuencias de esta ley (si se puede llamar ley). El amor busca el bien de todo ser humano, de todo hermano, de todo hijo de Dios.

- Textos típicos de estas notas son: la parábola del Padre prodigo (Lc 15) y la del buen samaritano.

  1. Jesús encuentra en el Reino de Dios, el centro de su vida y la propone, igualmente, como centro vital a los que escuchándole, pretenden seguirle. Por ser el centro no solo de su predicación, sino de su actuación, el reino es una autentica opción de vida, lo cual significa que incluye el imperativo amoroso de gastar la propia vida y hasta la posibilidad de entregarla. Esto llenó a aquel extraordinario hombre de una inaudita libertad frente a las instituciones oficiales (ley el templo y la familia) y colonizadoras (Roma y sus colaboradores) de su pueblo; y frente a los diversos grupos de su pueblo. El reino de Dios llenó a Jesús de una ternura y gratuidad liberadoras e igualmente inauditas y escandalizadoras. Y lo mismo a los destinatarios que consecuentaron a Jesús en su ofensiva y provocadora forma de actuar.
  2. El Reino, llevó a la muerte a Jesús. Su vida lo llevó a la cruz. No fue algo escrito por Dios en algún lugar de la historia o de la meta historia. Esa muerte fue efecto de una vida rebelde y escandalosa. Sin embargo nadie le quitó la vida a Jesús, Él la entregó como un signo más, como el último signo del Reino, que entrañaba amor entregado, servicial y creíble. La muerte fue igualmente escandalosa, lleno de desgracia, maldición y reprobación a Jesús a los ojos de sus espectadores y sobre todo a los ojos de sus ejecutores. Era el fin de lo que pretendía ser una respuesta o mejor dicho la respuesta a los dolores y sin-sentidos del pueblo pobre y excluido. Jesús sabía que esto estaba latente, conocía las consecuencias de su acción liberadora y sanadora y sin embargo el proponer a los suyos el reino, vivirlo y amarlo era para el obedecer a su Padre. Dentro de su experiencia esta la densidad del amor de Dios, de su acogida y su preferencia por los menores, por los no-hombres que quiere regresarles su dignidad y llenarlos de humanidad. En el reino, por amor y a través del amor, lo primero y lo último es la vida humana, lo primordial es la vida y humanidad de los hermanos sobre todo los jodidos, la único importante por lo cual hay que gastar y entregar la vida es la vida. Todo esto no valió a los ojos de los hombres de su tiempo, todo esto lo llevo al sacrificio de su propia vida, de su fama y de su credibilidad.
  3. En los evangelios aparecen relatos de una experiencia extraordinaria que los seguidores de Jesús tuvieron poco después de la muerte del Galileo crucificado. No podemos absolutizar estos relatos en la forma en que están escritos, sin embargo en ellos bulle esta experiencia, que por ser única, fue relatada por sus testigos a través de los medios e instrumentos de su tiempo. Esta experiencia fue la de la Resurrección de aquel que habían masacrado antes. Dar una explicación de lo que sucedió sería extenso para la naturaleza de este compartir. Solo daremos algunas consecuencias de esta experiencia:

- Los discípulos testigos de que Jesús seguía vivo, lo descubrieron vivo, resucitado en su propia resurrección en la propia reconstrucción de su vida, a través del perdón, de la vivencia del servicio y el amor en comunidad.

- La resurrección de Jesús trajo novedades acerca de la vida de Jesús y de la predicación del reino, Jesús que había vivido en plena y total humanidad (ser hijo y hermano) era Dios mismo que había venido a los hombres a solidarizarse con ellos y sobre todo a los menores.

- Jesús era el Mesías único y definitivo, por el cual venía la verdadera felicidad humana. Había que centrarse en su persona y reproducir sus acciones y sus opciones: el amor abierto a todos y sin condiciones, procurar la vida de los hermanos sobre todo los frágiles, descubrir y sentir a Dios como Padre de todo y de todos.

- La acción política de Jesús a favor del reino (que comportaba devolver la palabra a quien la tenía y la relativización de las instituciones oficiales), era la vida de Dios a favor de los hombres. Jesús hizo lo que Dios hace, lo que hace y quiere Dios. Jesús hace lo que Dios es: amor, servicio.

  1. Esta experiencia total de aquel Jesús que había vivido en una humanidad que solo Dios podía hacerlo y de su resurrección, llevó a los discípulos a compartirla a todo hombre que se cruzara por su camino. Estos hombres no pueden callar su experiencia. Necesitan comunicarla (Hech 4, 20). La comunican siguiendo tres caminos inseparables y complementarios: anuncian la Noticia increíble de un Dios que sólo es Amor gratuito e inmerecido a todo ser humano; introducen un estilo de vida marcado por el mandato nuevo del amor; celebran con gozo la salvación que nos ofrece en Cristo el Dios de la vida.
  2. Fue la experiencia de ese contacto con Jesús lo que transformo la vida de estos hombres y mujeres dando un sentido y una orientación nuevos en su existencia. Podemos decir que, en contacto con Jesús, intuyen, captan y experimentan que Dios es “amigo de la vida” (Sap 11,26), un “misterio de amor” que quiere y hace posible una vida más digna y dichosa para todos. Se sienten “salvados” y se entusiasman con la tarea de introducir y hacer presente en la historia de los hombres esta experiencia nueva de Dios, una experiencia transformadora, humanizadota, liberadora en la que Jesús soñaba cuando hablaba del “Reinado de Dios”.
  3. Lo decisivo en la experiencia con Jesús, fue Él, fue su persona, su vida entera, el misterio de un hombre que vivió sanando, acogiendo, perdonando, liberando del mal, amando apasionadamente al ser humano por encima de toda ley religiosa o social, entregando su vida hasta la muerte, y sugiriendo a todos que Dios en su último misterio es así: amor insondable y solo amor.

En la historia sigue el Reino funcionando

Se hace necesario ahora pues, sacar algunas conclusiones y correcciones, que sirvan de aclaración e introducción para la siguiente parte en donde se tocarán los puntos mas álgidos de lo que nos atiende en este compartir.

· Según todo lo anterior se nota, que si bien es cierto el mensaje de Jesús se da en el marco de la religión judía (de la época del postexilio después del 586 a.C.), Jesús no fundó nunca una religión o una institución eclesial, en el sentido en como se entiende actualmente gracias a la fenomenología de la religión. Jesús fue iniciador y protagonista de un movimiento que intentaba rescatar la humanidad de la vida aplastada por la religión y lo político (que en aquel tiempo no había las divisiones que hoy hacemos).

· ¿y entonces la iglesia? ¿el papa? ¿los sacramentos? Aquí se hace necesario plantear una diferencia pocas veces notada, entre movimiento e institución. Por movimiento entendemos una fuerza nueva surgida en algún punto de la historia como una respuesta a situaciones lejanas al equilibrio. En estas situaciones caóticas surgen pequeños grupos, carismáticos (en su más fiel sentido), portadores de una nueva visión, de un nuevo entusiasmo. Generalmente, el pequeño grupo, se aglutina alrededor de una figura carismática, viven una experiencia fundante que les da gran entusiasmo, viven una verdadera conversión de vida y cambian su comportamiento por uno diferente del cotidiano. Es una alternativa a lo establecido. Esto es lo que ocurrió con el movimiento de aquel hombre que resucitado fue descubierto como Dios.

· Cuando, sin embargo, el movimiento logra triunfar e imponerse, cambia de naturaleza. Se convierte en institución. Esto es significativo e importante. Con la institución el movimiento cristiano original, entra en fase de cristalización, gana perpetuidad histórica. Pero además con ello, entra la repetición la rutina, la burocracia, la norma, la jerarquía, las doctrinas. Jesús creó un movimiento, reunió alrededor de si un grupo entusiasta, tradujo esta pasión y fuerza en términos de una revolución absoluta que rescataría al ser humano, a la sociedad y al universo. Esto lo llamó Reino de Dios. Suscito muchas esperanzas, reveló un rostro nuevo de Dios, Padre con características de Madre misericordiosa. Jesús anunció el Reino pero lo que de hecho vino en la historia fue la Iglesia, una religión.

· Sería muy extenso entrar en más explicaciones, que de por si lo son ya. Continúo diciendo que Jesús predica en síntesis una vida nueva, una nueva manera de ver la vida en Dios y de situarse en ella. En Jesús no hay doctrinas, estas vinieron después como formulación sintética, clara, distinta y formal, de las nuevas experiencias y profundizaciones de la comunidad creyente sobre el misterio de aquel crucificado resucitado.

· Los destinatarios y testigos de esta vida nueva son hombres y mujeres, son personas, es decir, son seres unos y únicos, me explico, la persona humana posee unidad en todo su ser, no solo en su dimensión interior espiritual y su ser corporal externo, sino en todos sus niveles y dimensiones y relaciones. La persona es toda situándose en cualquier lugar, acción o pasión. La experiencia cristiana, o sea, el vivir en Dios como y con Jesucristo, no se refiere solo a una dimensión personal. No es solo para el espíritu o para la conciencia. La experiencia salvadora es total, es personal y comunitaria, es religiosa y es social, es política. Cabe aclarar que estas divisiones son modernas puesto que solo hasta entrada, en la historia, la Ilustración, se divide al ser humano y por tanto los sectores que componen el tejido de la vida.

· El cristianismo como religión tiene prácticas públicas de carácter religioso, pero unidas a la vida fuera del templo. Dentro de la institución bulle el movimiento original y pugna por ser relevante y actual. Cristianos son los que viven en la totalidad de su vida la experiencia de ser queridos, recreados, salvados, agraciados e impulsados por el Dios de Jesucristo y se animan a rehacer su propia existencia y compartirla a los demás y en donde quiera que se muevan. No significa moralizar o sacralizar las realidades terrenales (todo en esta vida es terrenal y profano), sino encontrarlas como vehículos de una realidad trascendente, de Dios. El objetivo de la misión cristiana en el mundo es introducir y hacer presente en la vida de las personas, en el tejido de la convivencia social, en la historia de los pueblos, esa experiencia salvadora y esa fuerza transformadora que se encierra en la persona y en el acontecimiento de Jesucristo.

· Existe hoy un gran impulso por regresar a las fuentes de nuestra fe. No se puede seguir sosteniendo que la Iglesia fue el centro y la finalidad de la misión de Jesucristo, ni tampoco que su práctica fue moralizar. Todo el motor del corazón y de las acciones proféticas y salvadoras de Jesús fue la compasión y la alegría debidas a la nueva experiencia de Dios. El centro del Reinado de Dios es el hombre (preferencialmente el hombre caído) como destinatario del amor de Dios y de su restauración como “hombre nuevo”.

· El evangelio (buena noticia sobre Dios) de Jesús tiene injerencia en la vida humana, puesto que habla de ella y de las mejores posibilidades de humanización y realización personal y comunitaria en Jesús el Hijo encarnado. No es un mensaje religioso, es humano es vital, donde desde el reino entendemos que la gloria de Dios es que el hombre viva, como dice un viejo adagio. ¿Cómo viviría un hombre si el reino que Jesús predicó se hace y se construye en esta historia que nos toca vivir? Es la pregunta obligada, que se plantea y se responde un cristiano en cualquiera de las situaciones o lugares donde se encuentre: lo social, lo cultural, lo religioso, etc.

· Por último, el reino es más que la iglesia y este se encuentra fuera de ella, mas aún tiene que estarlo, puesto que no está encajonado a una región del ser. El reino en una realidad presente en el mundo porque Dios que “quiere que todos los hombres se salven y llegue al conocimiento de la verdad”, ha decidido recapitular todas las cosas en Jesús el Señor . El reino en tiempos de Jesús nace como algo religioso puesto que la cultura no es tan fragmentaria como la nuestra, en aquellos tiempos la sociedad es teocrática, es religiosa. Hoy haciendo las divisiones que se quieran hacer, el evangelio por ser esencialmente humanísimo sigue hablando a esos hombres y mujeres fragmentados pero uno en su persona, en sus relaciones, en sus ámbitos. El evangelio del Reino, evangelio de Jesús (Dios convertido en buena noticia) no es arbitrario al plantear preguntas sobre las mejores posibilidades de vida de los empobrecidos, de la dignidad del embrión humano, de lo político, de la corrupción. El evangelio habla de la vida en abundancia a la cual todos tenemos derecho. La Iglesia es servidora de este reino y de este evangelio, que con la muerte y resurrección de Jesús se ha vuelto un absoluto (exigencia ineludible) en las opciones de los seguidores de Jesús. También la Iglesia es semilla del Reino y donde quiera que ella esté, tendrá que hacer germinar esta semilla, hacer brotar desde lo pequeño, lo lento, lo callado la luz de esta sociedad liberada y liberadora.


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Soy un buscador de la Fe y de la verdad... "La verdad os hará libres" y esta tesis de Jesús me ilumina y fortalece en Fe y en amor hacia mi Señor Jesucristo y mis hermanos que hemos decidido por iluminación seguir sus Buenas Nuevas... Yo no creo en los dogmas y ritos de las Iglesias... creo en mi Dios interno en el Jesús que reina dentro del corazón de todo ser humano.
 
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